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DESCUBRIMIENTO DEL OTRO

         ¿Quién es el otro? Digamos que el otro es una persona como yo, con una alma espiritual, con unas facultades humanas que viven continuamente activas en busca de su pleno desarrollo, con unas aspiraciones que tienen su comienzo de cumplimiento en la tierra pero que la trascienden porque son anhelos de infinito, con una formación humana y académica particular, con unos condicionamiento sociales bien precisos. El otro ha sido puesto en el mundo por Dios para que con los demás hombres forme la sociedad humana con los fines bien precisos de construir el mundo, en una tarea continuada de la creación de Dios. Dios crea las cosas y el hombre las recrea con él, el hombre no es una realidad solitaria. Un hombre solo es inconcebible. Está solo durante algunos momentos, tal vez días o meses, pero por algún motivo muy especial, y vuelve siempre al grupo social donde tiene sus raíces, sus intereses, sus afectos, su trabajo, su familia, es decir, donde tiene su vida. Todo este cúmulo de relaciones bien estructuradas es lo que ha constituido las sociedades de hombres en todas las épocas y les ha permitido evolucionar y desarrollarse culturalmente, hasta distinguirse como pueblos y razas, según los adelantos a que han llegado. La cultura inca es semejante, no igual, a la cultura de los aztecas. Tienen mucho parecido los asiásticos a los americanos. Cada pueblo es él y tiene en los pueblos diferencias al otro pueblo que con él forma la raza humana. Y de  los pueblos y razas, con sus caracteres específicos de lenguaje, religión, trabajo y educación, pasamos a los diferentes continentes y naciones. Cada nación se ha organizado central o federalmente por departamentosd. Cada departamento o estado tiene sus distritos, municipios, ciudades y pueblos. Y en los pueblos o ciudades hay los sectores o barrios.
         Un estudiante necesita de otros estudiantes de su mismo curso para conformar el curso. No habría curso con un solo estudiante. Tampoco habría curso sin un maestro o un profesor. Tampoco habría maestro o profesor si no hay otros que ocupan los puestos del estado y cobran impuestos para pagar a los maestros. Y no habría pagos para maestros si no hubiera gentes que pagan sus impuestos. Así que solo para ir a la escuela o al colegio, necesitamos del concurso de otros.
         Necesitamos del amigo como otro. Muchas veces vive lejos de mi casa, no es pariente, pero es mi amigo y yo lo siento cerca y hace crecer mi vida. necesito de la persona que comparte conmigo la misma casa: de mi mamá, de mi padre, de mis hermanos, de algunos parientes, sin ellos mi vida sería un imposible, porque mis padres han visto por mí, durante todo el tiempo, me han alimentado, me han vestido, me dan techo, han cuidado, mis pasos, me han dado un formación, una cultura, unos estudios y una profesión para que aprenda a defenderme en la vida.
         El otro es equivalente de prójimo. Una vez le preguntaron a Jesús ¿quién es mi prójimo? Y él contestó con la parábola del buen samaritano. Quiso decirles a sus inquisidores que el otro es cualquiera que esté a mi lado y necesita de mi preocupación, de mis atenciones, de mi compañía, ayuda o solidaridad. No se excluye a nadie. Será el anciano achacoso, el enfermo quejumbroso, el amigo latoso, el pobre sucio y andrajoso y será también la muchacha hermosa, el joven irresistible, los niños bien vestidos y organizados, los hombres de mucho dinero, etc. Con todos habrá que encontrarse porque todos son prójimos, son los otros con los cuales tener que compartir la vida, el espacio vital, la alimentación, el techo, las costumbres, la cultura.
         ¿Por qué no aceptamos al otro? Por muchos motivos: por su pobreza, porque sus actitudes no nos gustan, por sus modos de ser, por nuestros egoísmos, porque no compartimos su puntos de vista, por su intransigencia, por sus exigencias, por su vestido. Muchas veces buscamos a los otros por motivos únicamente utilitarios.
         Relacionarse con los otros quiere decir dejar de lado los egoísmos, las propias opiniones y puntos de vista para entrar en el mundo del otro. Es un trabajo largo que se parende desde los años de la infancia y se va haciendo con nosotros mientras crecemos y nos vamos haciendo hombres.

Leemos la Biblia: Lc 10; 30-37

l ¿Cómo son mis actitudes para con mi familia y amigos?
l ¿Cómo me relaciono con ellos?
l ¿Cuál es la relación de ellos conmigo?

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